Acabo de terminar, aunque empecé a leerlo hace mucho tiempo, el libro “Marta” de Rafael Loret de Mola. No sé porqué nunca insistí en terminar el libro por completo, pero la semana pasada, y bajo las insistentes noticias fatales que llegan desde México, continué a leer la saga con la esperanza de encontrar unas noticias positivas.
El libro trata de “Marta” (Sagahún), para los mexicanos un fenómeno (positivo o negativo), para todos los demás en el mundo, el ejemplar producto del fiasco del sistema político mexicano. Un sistema que aprecia un incesto político y social al excluir, hasta terminar con, cada persona que no acepte el privilegio de participar en unas luchas incesantes por el poder al enviar hacía “la plebe” unos caramelos embalados por la ignorancia . Loret de Mola lo subraya otra vez: en el México del siglo XXI la vida privada (es decir, familiar) de los mandatarios públicos es superior al objetivo de las instituciones. Dicho de otra manera: las instituciones mexicanas se crean para mantener, sostener o destituir a un clan o familia, todo bajo el lema de pertenecer a una agrupación política, sin que esto se traduzca a una diferente afiliación política.
En breve: una monarquía.
Marta, personaje clave en la administración de Fox, demuestra que todo es posible, sobre todo en la política mexicana. No hay santos y cada favor se deja pagar, si no es ahora será en el futuro. Detrás de cada explicación se esconden otras motivaciones. En México “por la patria” casi nunca aporta algo “para la patria”.
En breve, el libro detalla el camino de Marta hacia el poder. Detalla con angustia pero sin atacar a los mandatarios, la vida diaria y personal de, entre otros, Vicente Fox, Marta, Lilian de la Concha y Manuel Bribiesca. Fox, impotente ante el amor violente de Marta Sahagún, permite que la primera dama participe de manera manipuladora en los asuntos del presidente hasta confirmarse como figura central con más poder que el presidente.
En la primera parte del libro el escritor detalla los hechos. Relata de manera incesante lo cierto. La segunda parte es una mirada hacía el futuro. Un futuro que, en retrospectiva, no se cumplió y, aunque permite entender aún mejor la realidad mexicana, ha perdido su relevancia.
No obstante, para algunos jóvenes profesionales mexicanos que piensan entrar en la política, el libro ofrece una mirada interesante en cómo establecer y utilizar organizaciones parecidas a “Vamos México” para relacionar y promocionar sus propias ambiciones bajo el lema de ayudar siempre considerando que también los mandatarios de vez en cuando necesitan “la compasión” de los demás.
El escritor, Rafael Loret de Mola, pinta con la precisión de un maestro surrealista como Magritte las luchas internas de una aristocracia moderna, bajo la estructura corporatista y continuista. Una aristocracia que supo adaptarse a la estructura de una república utilizando la democracia para defender su legitimidad.
Para poder entender la tenacidad y complejidad de la sociedad mexicana, este libro es nada menos que troncal. Troncal en la medida que es nada perfecto, más bien por su incesante relato de hechos que superó ya el paso del tiempo. Para encontrar algunos signos de cambio dentro de un sistema de continuidad, me queda la esperanza de encontrarlos en el libro “Ciudad Juárez”. Considerando la actualidad violenta, no estoy tan seguro que algún mandatario mexicano haya tomado el tiempo de reflexionar sobre el mensaje inconciente de Marta hacia los mexicanos.
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