Los últimos 8 meses viví en una residencia de RESA. Más preciso se trata de la residencia Giner de los Ríos. Alabada con el nombre del filósofo, pedagogo y ensayista español, la residencia se sitúa en frente del hospital Príncipe de Asturias y en el centro del campus universitario de la Universidad de Alcalá. Lejos de todo y en particular muy lejos de Madrid, donde se imparten mis clases. La residencia, como lo anunció el rector mismo con el orgullo propio a un proyecto de este tamaño, fue terminada en alrededor un año. Sobre las fechas se puede debatir, más sobre la calidad de la construcción misma.
Llegué durante la primera semana de octubre. El (bus) 227 Avenida de América – Universidad me dejó después de recorrer una hora todos los nuevos barrios de Alcalá justo en frente de la residencia. La entrada, que todavía no habían terminado, no tenía puertas y la recepción tampoco fue mucho más que un campamento provisional. Caos total. Yendo hasta el edificio donde tenía mi habitación vi como montaron en las habitaciones la cocina y como en otras terminaron de pintar. Por suerte, ya habían terminado mi habitación. Por suerte la puerta del baño no cerró, las persianas no bajaron y filtró poco agua de las paredes cuando me duchó. Digo por suerte, ya que en otras habitaciones las fugas hicieron la habitación más que insoportable.
Las obras terminarían tres meses después mi llegada, y con eso también desaparecieron los obreros rumanos que, cuando vinieron para arreglar mi habitación, ni entendieron lo que tenían que hacer. Para 355 EUR más 45 EUR de consumo RESA en Alcalá está lejos de recomendable.
Los primeros dos meses la electricidad se fue cada rato como estuviese en las amazonas dentro de un pueblo a 100km de la civilización. Igual con el agua, que durante unos meses era de tan mala calidad que se enfermaron algunas personas. A los habitantes, por toda la incomodidad que ocasionaron las obras y la falta de privacidad por obreros entrando en las habitaciones sin el menor pudor (así entraron un día cuando me estaba duchando), ni ofrecieron disculpas ni reembolsaron a los habitantes. ¿Qué más?
- El trato por parte de la empresa demuestra el desinterés por sus habitantes y, para ellos, sus clientes. Quejas son respondidos por gritas. La dirección de la residencia nunca sabe de algo, no tiene responsabilidad en nada y no tiene la mínima voluntad en ayudarte.
- No limpian los pasillos con frecuencia lo que convierte la residencia en una polvareda.
- El Internet es más lento que una conexión de Modem.
- Después de medianoche estás cortado del mundo civilizado. El transporte público tiene algunas conexiones durante el fin de semana (no el domingo por la noche) pero date cuenta que estás allí para estudiar y sólo para estudiar (o ir al bar Nivola o al hospital, pero eso es todavía menos recomendable)
- Salir en Madrid es una pesadilla. Volver se puede hasta el centro de Alcalá, después tienes que buscarte la vida o tomar un taxi que te deja al lado del recinto por 7 EUR.
- Aunque existe un espacio de “recreación”, no se permite fiestas (toma en cuenta que agruparte con algunos amigos y una botella de vino para charlar ya es considerado como una fiesta) y las salas de televisión y la sala de ordenadores se cierran después de medianoche.
Para Resa el lema es “vivir mejor para estudiar mejor”. Si más bien la residencia no ofrece las condiciones optimas para estudiar, si aprendí este año algunas palabras en rumano… y eso ya es algo.
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